Ni un Bocadillo
Ni un bocadillo no deja decir ni un bocadillo.
Ni un Bocadillo, en un diálogo, no conoce el ida y vuelta de las
comunicaciones.
Ni un bocadillo habla interrumpiendo.
Ni un bocadillo habla al interlocutor y a éste se le van
ocurriendo cosas para decirle. Entonces al cabo de un rato hay cuarenta
bocadillos acumulados para decirle de su discurso. Pero Ni un bocadillo no deja
decir ni un bocadillo. Encima ni siquiera eran pensamientos propios sino
bocadillos que estaban relacionados con su monólogo.
Ni un bocadillo no quiere escuchar. No soporta el silencio.
A Ni un bocadillo le gusta que saquemos “palabras-hipervínculo” de
sus palabras.El interlocutor a veces “pone el cuerpo en modo escucha”.
Ni un bocadillo tiene charlas autónomas. Quiere llenar el aire con
frases y frases.
Ni un Bocadillo tiene un soliloquio emancipado.
Como Ni un bocadillo no permite interrupciones hablara más fuerte
o pedirá permiso para seguir interrumpiendo.
Ni un Bocadillo eleva el tono de la conversación en los intentos
de dialogar. Las vicisitudes de las insólitas tentativas de charla llevaron a crear en las conversaciones una extraña amabilidad.
Ni un bocadillo es una prueba de tolerancia. Poder escuchar y
comprender verdaderamente.
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